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sábado, 11 de septiembre de 2010

Aventuras en el Bosque / Una Cola de Lunares



Panda, señor Topo y Kimono estaban jugando a tirar piedras en el río, a ver quién llegaba más lejos, casi siempre ganaba Kimono, entre otras cosas, porque tiene los brazos más largos que sus amigos. El señor Topo no ve muy bien y eso le impide apuntar muy lejos, por eso no ha ganado ni una sola vez.

-Si tuviera unos lentes más potentes seguro que os ganaría de vez en cuando… ¡Estoy harto de ser un cegatón!- Topo parecía un poco enfadado al decir esto.

-¡Chan Tatachaaaaaaaan!

Todos volvieron la cabeza y se encontraron con la cola de Pelusi. La tenía toda llena de papelitos pegados en varios colores.

-Pelusi tu cola parece una piñata jajaja- rió Kimono bromeando.

-¡Eres un tonto! No está bien reírse de los demás, ¿es que no os gusta mi cola? ¡Eso es porque no estáis a la moda! Son lunares, en la ciudad se llevan mucho- concluyó muy orgullosa de su aspecto.

-No te enfades Pelusi, pero Kimono tiene razón, pareces una piñata. Además los papeles se te irán despegando de la cola- contestó Panda con cautela para no enfadar a la ardilla, ¡porque vaya genio se gastaba!

-Hoy he recibido una carta de mi prima, la que vive en la ciudad, y me ha dicho que está de moda entre las ardillas tener lunares en la cola. Viene esta semana a visitarme y quiero estar a la última para recibirla- explicó Pelusi haciéndose la interesante.

Panda, Kimono y señor Topo se miraron, por sus caras estaban pensando los tres ¡la que nos ha caído encima!!! ¡Con lo cabezota que es, seguro que les esperaban un montón de quebraderos de cabeza!

-Bueno ¿os gusta o no?- volvió a preguntar Pelusi.

-¡Claro que nos gusta! Contestaron los pobres, sin atreverse a llevarle la contraria. Cuando algo se le metía en la cabeza ¡no había manera de hacerle cambiar de idea!

-Tengo que enseñarle mi nueva imagen a Cuchufleta, ella entiende mucho de moda ¡seguro que le encanta!-

Y se fue por la Cuesta del Huerto dando saltitos y cantando.

-Uff ¡cualquiera le lleva la contraria! ¿Seguimos con nuestro juego?- preguntó señor Topo.

Cuchufleta no estaba en casa y Pelusi estaba deseando mirarse de nuevo en el espejo, de modo que volvió a su árbol para seguir admirando sus lunares…

-¡Noooooooo! ¡Ayyyyyyy! ¡Ayyyyyyy!- nadie es más escandaloso que Pelusi llorando, sus gritos se escuchaban en todos los rincones del bosque, incluso en el río.

Señor Topo se quedó parado escuchando y los demás le imitaron. Un quejido desconsolado llegó a sus oídos “ayyyyyyy” “ayyyyy”

-Parece que a Pelusilla le ocurre algo- observó señor Topo-será mejor que nos acerquemos a su casa- concluyó.

Pelusi estaba mirándose la cola en el espejo sin parar de llorar.

-Si sigues llorando así vas a inundar el bosque- bromeó Kimono

-Tengo un problema muy serio ¡he perdido los lunares!, ¿no lo ves? No es momento de bromear ¡ayyyyyy!- Pelusi lloraba desconsolada cada vez que se miraba al espejo.

-A mí no me parece nada grave no tener lunares en tu cola, siempre la has tenido así y no te parecía mal- trató de animarla Panda.

-Yo tengo una idea ¿qué te parece si te pintamos los lunares?- dijo señor Topo, que siempre buscaba solución a los problemas.

Todos coincidieron en que la idea era genial. Se pusieron manos a la obra sin desperdiciar ni un solo segundo.
Panda trajo unos pinceles que tenía guardados en su baúl de los tesoros. El señor Topo trajo tintes de colores que compró en la tienda de manualidades. Kimono que tiene un gran talento para la pintura, cogió todos los materiales y se encargó de pintar la cola de Pelusi. Tardó aproximadamente una hora en terminar su obra de arte.

-¡Listo Pelusi!, han quedado estupendos- dijo Kimono muy satisfecho con el resultado.

Cuando la ardilla se volvió a mirar en el espejo, se le iluminó la cara.

-Tengo una cola preciosa, ¡preciosa, preciosa!- dijo muy sonriente Pelusi.

Como agradecimiento preparó el mejor de los bizcochos y les invitó a merendar. Se sentaron todos alrededor de un mantelito que colocó en el suelo. ¡Qué bien preparaba Pelusi los bizcochos! Se relamieron hasta los dedos.

El señor Topo pensó que un bañito en el arroyo no les vendría nada mal.
Pelusi salió dando saltos hacia el río gritando:

-El primero en mojarse será campeón jajaja- se tiró al agua y empezó a salpicar a Panda y a Kimono…

-Acabas de declarar la guerra del agua- dijo Panda riendo y salpicando a todos.

-¡Todos contra la reina de las nueces! ¡A por ellaaaa!- gritó Kimono dispuesto a ganar la batalla acuática.

Pasaron el resto de la tarde jugando en el agua. Cuando sus estómagos empezaron a protestar volvieron a casa a cenar, fue entonces cuando señor Topo se dio cuenta que los lunares de Pelusi ¡no estaban! Panda se decidió a contárselo sabiendo el disgusto que iba a sentir su amiga.

-Oh noooo! Mis lunares han desaparecido, el agua los ha borrado, ¡ayyyy!, ¡ayyyy!- empezó a llorar de nuevo Pelusi.

-Tenemos que hacer algo- dijo señor Topo tapándose los oídos.

-Tal vez podríamos pegarle unos trozos de plastilina- agregó Panda

-¿Y con qué se los piensas pegar? La plasti pesa mucho, se le caerán de nuevo- comentó Kimono tratando de pensar en una nueva idea.

Estuvieron un buen rato pensando posibles soluciones, pero ya era demasiado tarde y el cansancio no les dejaba pensar con claridad. Kimono y Panda se marcharon prometiendo volver por la mañana. El señor Topo se quedó un rato más.

-Tengo una idea, mañana tendrás tus lunares ¡te lo prometo!- dijo Topo antes de irse a dormir.

Pelusi se acostó con la esperanza de que resolvieran su problema.
Por la mañana el señor Topo se acercó a ver a Pitusa, la más popular entre las mariquitas del bosque. Hablaron de lo que le pasaba a la ardilla.

-En el bosque hay muchas mariquitas, ¡se me ocurre una idea!- dijo Pitusa muy pensativa. -Creo que podemos ayudar a Pelusi- concluyó.

El señor Topo se presentó en casa de Pelusi acompañado por un gran número de mariquitas.

-Mira Pelusi, aquí están tus lunares, y estos no se borran con el agua- decía señor Topo muy contento con la nueva idea.

Las mariquitas se subieron a la cola de la ardilla, formando círculos a modo de lunares.

-¡Qué genialidad!- dijo Pelusi -.

“Mi prima se va a quedar de piedra cuando me vea” pensó la ardilla radiante con su nuevo aspecto.

-¡Estoy muy contenta!, gracias señor Topo- dijo Pelusi entre brincos y risas.

-Uf ¡`menos mal! Ahora podremos respirar tranquilos en el bosque jiji- dijo Panda cuando vio la nueva solución.

Al día siguiente llegó su prima. Panda, Topo, Kimono y Cuchufleta la acompañaron a la estación de autobuses. Las mariquitas que también iban con ellos, se colocaron en su cola como ensayaron el día anterior.

-Ahí llega-dijo Pelusi emocionada.

De pronto empezó a soplar un fuerte viento que arrastró a las mariquitas despegándolas de su cola. Su prima ya se dirigía en dirección a ella, suspiró desanimada, pero pensó que no debía estar alegre para recibir a su prima aunque no tuviera lunares en la cola.

-¡Pelusi! Que ganas tenía de verte- dijo Isa abrazándola.

Camino del bosque Pelusi no pudo resistirse a preguntar:

-¿Dónde llevas los lunares? En tu carta me dijiste que está de moda.

Isa sacó un lazo de su bolso y se lo ató en la cola.

-¿Te gusta?- preguntó a Pelusi

-¿Los lunares de los que me hablabas se llevan en un pañuelo?- preguntó Pelusi incrédula.

-¡Pues claro!, ¿dónde quieres que los lleve?, ¿pegados en la cola? Jaja- contestó Isa entre risas.

-¡Pegados en la cola!, ¡qué tontería!, ¿verdad chicos?, jajaja- dijo Pelusi mirando a sus amigos muy avergonzada, mientras intentaba disimular lo tonta que se sentía.

Una vez en casa de Pelusi, Isa sacó un gran lazo blanco, lleno de lunares rosas. Se lo regaló para su cola. Pelusi se lo puso, se miró en el espejo y empezó a reír al recordar los lunares pintados. Todos rieron con ella. ¡Qué tontos habían sido! Jajaja
Isa los miraba sin entender qué les hacía tanta gracia. Su prima le contó todo lo que hicieron sólo para impresionarla.

-¡Ja ja jaja!- reía sin parar Isa- jajajaja, ¡una cola de lunares!, jajaja

Pelusi lo pasó genial en compañía de su prima y se prometió a sí misma no volver a ser ¡tan presumida!

¿Crees que merece la pena pasarlo mal sólo para presumir? ¡A que no!

Y naranja anaranjado, este cuento ha terminado... ¿Os ha gustado?

*Cuchu*

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