colorines que me siguen...

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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Aventuras de Dado y Canica



En el cajón de los juguetes viejos, hay una canica de cristal, con un ramillete de colores en su interior; también hay un pequeño dado de parchís, se perdió un día y alguien lo echó al cajón. Así es como se conocieron Dado y Canica. Se hicieron muy amigos, mientras pasaban los días, esperando a que alguien se acordara de ellos.

Una mañana hicieron limpieza en el cuarto de Dani… tiraron a la basura todo lo que ya no utilizaba el niño, de modo que Dado y Canica se encontraron en el cubo de la basura. Cuando se dieron cuenta de dónde estaban, se abrazaron temblando de miedo… Ya nadie jugaría nunca más con ellos, habían dejado de ser útiles. Se miraron con tristeza y empezaron a llorar.

Por la noche tiraron la bolsa de la basura al contenedor de la calle, después vino el camión y volcó todas las bolsas en su depósito trasero… Canica y Dado estaban asustados, notaban que los movían de un lado a otro y no entendían qué estaba pasando. El camión de la basura llegó al vertedero y volcó toda su carga en una gran montaña de desperdicios humanos.

La bolsa en la que estaban encerrados se rompió y quedaron libres. Canica empezó a rodar cuesta abajo a toda prisa…

-¡Canica espérame que yo soy cuadrado y no puedo rodar!- gritó Dado a su amigo Canica.

-¡Libres, somos libres Dado!- gritaba Canica sin poder creer lo que les acababa de pasar.

Como nadie los necesitaba y eran totalmente libres, Dado y Canica pensaron hacer un viaje alrededor del mundo. Lo primero que hicieron fue acercarse a la ciudad, necesitaban bañarse porque ¡olían a basura! Se metieron en una pequeña fuente y nadaron, bucearon, se salpicaron ¡Qué bonito les parecía ser libres!

-¿A dónde quieres que viajemos primero?- preguntó Canica entusiasmado.

-Quiero ir al país de los juguetes abandonados, allí no estaremos solos y seremos felices- contestó Dado

-¿El país de los qué? Ese sitio no existe. ¿No te apetece conocer mundo?- dijo Canica a su amigo, que siempre fue un poco ingenuo.

-¡Siiiii! Eso es lo que quiero… conoceremos las grandes montañas llenas de nieve, y nos tiraremos en trineo cuesta abajo. Navegaremos en barco a las islas y descubriremos grandes tesoros… salvaremos princesas en peligro ¡y mil cosas más!- contestó Dado muy feliz con todas esas aventuras que les estaban esperando.

Empezaron su camino a las grandes montañas. Cruzaron un gran río y llegaron a una pequeña aldea de apenas cincuenta habitantes. A Dado y Canica les pareció un lugar mágico para pasar la noche. Se pusieron a mirar el cielo y pasó una estrella fugaz…

-¡Mira Alex una estrella fugaz! Ahora tal vez se cumpla mi deseo- dijo Elisa a su hermano con una gran sonrisa.

-¿Y cuál es tu deseo?- preguntó Alex, aunque ya sabía la respuesta.

-He pedido un juguete para cada uno ¡ya lo sabes!- dijo Elisa muy contenta por haber visto la estrella.

Dado y Canica escucharon toda la conversación de los niños y se quedaron muy extrañados. Les parecía muy raro que esos niños no tuviesen juguetes. Decidieron quedarse un par de días en la aldea, querían saber por qué unos niños no tienen con qué jugar…

-¿Por qué no nos quedamos con esos niños Canica? Podríamos ser su juguete ¡seríamos útiles de nuevo!

-Primero vamos a investigar un poco Dado, ya nos tiraron a la basura una vez ¿recuerdas?

Los dos sintieron ganas de quedarse allí, pero antes cotillearon un poco por la aldea… En una pequeña cabaña vieron a una anciana que estaba contando algo a su hijo.

-¿Cuánto tiempo más estaremos bajo el hechizo de esa bruja loca? Sólo hay dos niños en la aldea, y se sienten muy solos; y por si fuera poco no pueden tener juguetes porque la bruja ha prohibido fabricarlos. Ni siquiera los Reyes Magos, Papá Noel o el ratoncito Pérez pueden encontrar este sitio… esos niños tienen muy mala suerte.

-Madre la bruja dijo que sólo una cosa podría romper el hechizo… sus palabras exactas fueron “Maldigo esta aldea a la soledad absoluta; ninguna persona, animal o ser mágico podrá entrar aquí… y vosotros no podréis salir, hasta que llegue lo que yo no he dicho”, ¿qué será lo que la bruja no dijo?

Dado y Canica se quedaron impresionados al escuchar la historia…

-Pobres niños- dijo apenado Canica

-Si… Nosotros podríamos alegrarles un poco la vida ¿no crees? Agregó Dado pensativo

A la mañana siguiente los niños se levantaron, para ir a casa del señor Ramón, que era su profesor. Elisa tropezó con algo cuadrado, se agachó y qué estupenda sorpresa ¡un dado y una canica! Estaban allí mismo a sus pies. Ella se quedó el dado y Alex la canica… se los llevaron a casa del profesor y se lo enseñaron.

-¿Pero cómo puede ser? ¿Cómo han llegado hasta aquí?- dijo el profesor bastante intrigado por el hallazgo.

-Estaban en el suelo señor Ramón, le prometo que yo sólo pedí un deseo a una estrella fugaz…La bruja no puede quitarme este juguete, no lo ha traído nadie y no es un animal ni una persona, y tampoco es mágico.- dijo Elisa inocentemente sin saber que acababa de dar con la solución del hechizo.

-¡Claro! Lo que la bruja no dijo es un objeto o cosa… ¡Sólo un objeto puede entrar! Estos juguetes han venido solos

Dado y Canica contaron todo lo que les pasó hasta ese momento…comprendieron que al visitar la aldea, habían salvado a sus habitantes del hechizo ¡Se sintieron tan felices en ese momento!

Decidieron quedarse para siempre con Elisa y Alex, les hubiera gustado conocer el mundo; pero ellos eran juguetes y ahora sí que les querían… jugaban con ellos todos los días.

La aldea ya no estaba hechizada y los reyes Magos, Papá Noel y el ratoncito Pérez ya podían venir… Vinieron más habitantes y con ellos más niños; pero Elisa y Alex jamás dejaron solos en un rincón a Canica y Dado.

Naranja anaranjado…este cuento ha terminado ¿Os ha gustado?

*Cuchu* Safe Creative #1009207378553

lunes, 20 de septiembre de 2010

La Graduación de Cuchufleta

Pelusilla no se encontraba nada bien. Llamó al señor Topo para que viniera a verla, a lo mejor podía ayudarla con algún jarabe de los que solía preparar.

-Por los síntomas parece que tienes una gripe....en estos casos lo mejor es quedarse en la cama-. El señor Topo le dio un jarabe para la fiebre y le aconsejó no salir a la calle.

Eso era todo un contratiempo para Pelusilla. Tenía que desfilar disfrazada de reina Roja en la fiesta de graduación de su amiga Cuchufleta la mofeta.

La ardilla se puso de tan mal genio que su cola se puso tiesa y empezó refunfuñar ¡Maldita gripe! Y justo ahora que tengo un compromiso ¿pero es que siempre me tiene que tocar a mí? – se tiró un buen rato protestando tan alto, que todos podían oírla desde el exterior

Panda que la estaba escuchando, se acercó a verla un momento.

-¿Pero qué te pasa? Se oyen tus gritos desde la calle…eres una cascarrabias – le dijo el oso a Pelusi.

-¡Tengo gripe! Y mañana es el desfile. ¡Esto no puede ser! – protestó la ardilla.

¡Vaya mal genio el de la ardilla! Cuando algo no sale como ella espera empieza a gruñir sin parar.

-Gruñir no te sirve de nada Pelusi – dijo Panda - Si estás enferma lo mejor es quedarse en la cama- trató de convencerla, pero sin mucha esperanza de conseguirlo.

-¡Ni hablar!...no puedo quedarme en la cama. De ninguna manera puedo fallar a mi amiga –

Pelusilla no paraba de gruñir dentro de la cama. Se sentaba, gruñía y volvía a tumbarse. Le dolía todo, y sabía que por mucho que ella quisiera no podría desfilar en la fiesta de graduación. – “Pobre Cuchufleta....se quedará sin su reina en el desfile, con lo que le costó hacer el traje y ahora nadie lo lucirá”- pensó sin poder hacer nada.

A Panda se le ocurrió una idea.

-Si quieres yo puedo desfilar de reina Roja - dijo el oso convencido de haber encontrado la solución.

Las carcajadas de su amiga se escucharon a un kilómetro.

- ¿Tú? pero si eres un chico ¿Te imaginas a un oso vestido de reina de las fiestas??? ¡No, no y mil veces no! Todos se reirán de ti..... ¿Además dónde piensas meterte el vestido? ¡Con lo grande que eres tendrías que llevarlo en una oreja! -. La ardilla no paraba de decir cosas, empezó a llorar desconsolada ¡Ayyyyyy! ¡Ayyyyyy! ¡Con la ilusión que le hace llevar ese traje! Menuda faena…

-Tranquilízate, ya me ocupo yo de buscar una solución. ¿Cuánto falta para el desfile? -El pobre oso no sabía cómo tranquilizarla.

-¡Mañana! No hay tiempo para buscar una solución.....será un desastre-. Y volvía a tumbarse en la cama porque la fiebre empezaba a subirle.

- ¡Vamos! No es para tanto. Lo que pasa es que te encuentras mal y por eso todo te parece tan grave… -Panda pasó un buen rato con ella, intentando distraerla para conseguir calmarla. Le dio el jarabe para la fiebre y se quedó esperando hasta que Pelusi se durmió.

Fue a casa de la mofeta Cuchufleta y le contó todo.

La pobre mofeta estaba tan ilusionada con el desfile que al escuchar a Panda, empezó a dar paseos de un lado a otro sin parar.

-Llevo trabajando en ese traje de reina Roja tres meses.... El que gane el desfile tendrá el honor de vestir a Doña Gata Siamesa. Ese es el sueño de toda diseñadora de moda.... Si no puede desfilar Pelusilla no lo hará nadie. El traje está hecho a medida, y ella es la única que puede lucirlo. ¡Oooohhhh rayos que mala suerte tengo! - Y Cuchufleta paseaba cada vez más deprisa por toda la casa.

Panda se puso bizco de mirarla y gritó: - ¡Para ya!! Me estás mareando con tus paseos. Se me ha ocurrido una idea. Mañana Pelusilla estará lista para el desfile, de eso me encargo yo-. Y con las mismas salió de casa de Cuchufleta a toda velocidad.

Mientras Pelusilla dormía, Cuchufleta le daba vueltas a la cabeza por si se le ocurría algo.

¿Y si le pide a la coneja Amanda que sustituya a la ardilla?

No eso sería un mal gesto hacia su amiga…Pelusilla siempre la ayuda cuando lo necesita. Ya está decidido, si no desfila su amiga, no lo hará nadie…

Panda se adentró en el bosque, tenía que llegar a la colina de los deseos antes que se pusiera el sol. Tardó un par de horas en llegar, pero mereció la pena el esfuerzo, aún era de día y podría acomodarse en el lugar adecuado a esperar la noche. Se tumbó boca arriba mirando al cielo, esperando la noche con impaciencia… Necesitaba que pasara un cometa.

Su madre le contó una vez que si ves pasar un cometa y pides un deseo antes de que se desvanezca se cumple. Y a él se le cumplió cuando pidió que Pelusilla fuera su amiga ¡Se divierte tanto con ella!

Una vez se disfrazaron de fantasmas, querían asustar a Kimono para darle una lección por sus bromitas… salieron de noche los dos juntos, y kimono les dio un susto de muerte jajajajaa. Se pintó con colores fosforescentes y lucía como un verdadero fantasma. Y es que Kimono es único para gastar bromas.

El señor Topo volvió a ver cómo se encontraba la ardilla de su gripe. Se encontró a la pobre en la cama empapada de sudor, la fiebre volvía a subirle y con el disgusto del desfile cada vez se encontraba peor.

En la explanada del bosque ya estaban montando la pasarela... Al día siguiente a mediodía empezaba la fiesta de graduación. Y no había Tiempo que perder

Estaba quedando un escenario precioso…

La coneja Amanda se acercó a casa de Panda a preguntar por Pelusilla, pero no había nadie dentro.

La noche empezaba a caer en el bosque. Panda seguía en lo alto de la montaña esperando a ver ese cometa que cumpliría su deseo. Ya estaba casi dormido…

¡Por fin un cometa cruzó el cielo! Panda cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas…- Que se cure Pelusilla….que se cure esta noche…por favor, por favor, por favoooooorrr -.

Ahora ya se podía ir a casa tranquilo porque Pelusi se curaría esa misma noche.

Amanda visitó a Pelusilla, parecía una ardilla espachurrada, “pobrecilla, lo debe estar pasando fatal” pensó Amanda. Charló un ratito con ella y luego se marchó a casa.

La pobre ardilla amaneció con mucha tos, y no podía parar de sonarse la nariz….así no podía ir a ninguna parte. Cuchufleta se pasó a verla.

-Hola Pelusilla, ¿Qué te pasa en la nariz? La tienes roja y gorda como un payaso. ¿Te encuentras mejor? - preguntó la mofeta un tanto apenada.

-Lo siento mucho Cuchufleta….que inoportuna he sido al ponerme enferma. Debí tener más cuidado cuando jugaba en el río… el agua estaba demasiado fría. ¡Soy una ardilla tonta!

- No es culpa de nadie, otras veces me has ayudado mucho. Si no desfilas este año ya será el que viene. ¡Prepararé un vestido espectacular y serás la reina del baile!- las dos rieron

En ese momento entró Panda por la puerta muy contento.

-Anoche pedí un deseo ¿A que estas curada Pelusi?

- Pues no Panda no estoy curada – contestó la pobre Pelusi entre sollozos – No es justo.

- Creo que lo mejor es que vaya al desfile... al menos veré quien gana el premio. ¡Te prometo que te contaré todo! –Cuchufleta dio un beso a su amiga enferma y se marchó.

Panda se quedó con su amiga en casa para consolarla. Le contó historias que habían vivido juntos; se rieron recordando las veces que Panda se había caído bajando la cuesta del huerto.

-Ja j aja ¡Soy un poco torpe! En cambio tú eres tan graciosa moviéndote…

Todos los invitados fueron ocupando sus sitos para ver el evento…. Había gran expectación por conocer a Doña Gata Siamesa.

Los animales del bosque, desfilaban con gran elegancia, los trajes de los diseñadores que se graduaban, esperando que Doña Gata Siamesa se decidiera por alguno de ellos.

De pronto el señor Topo se percató de su ausencia…. – ¿Alguien sabe dónde está Doña Siamesa? – preguntó a los encargados de recibir a la invitada de honor.

-Pu…pu…pues no la he…. hemos vissss….vissss…..visto – contestó el conejo Tartamudo.

La Gata Siamesa no apareció por ningún lado…

Ya había terminado la graduación.

Por la tarde Pelusilla se empezó a encontrar mucho mejor y salió a ver la fiesta. Cuchufleta al verla se alegró mucho, y Panda le pidió que se pusiera el vestido rojo ¡tenía tantas ganas de verla!

Cuando Pelusilla se presentó en el baile con su vestido de reina Roja, todos se quedaron mirando y admirando a la pequeña ardilla.

En ese momento llegó Doña Gata Siamesa, que se había perdido en el camino y estaba muy malhumorada.

El conejo tartamudo la recibió con el mejor de sus saludos y le ofreció un asiento cómodo, tratando de calmarla. El señor Topo pensó que podrían desfilar de nuevo todos los trajes, así el ganador recibiría el premio. Dicho y hecho. Pelusilla lució su traje en la pasarela y se sintió como una auténtica reina. Cuchufleta estaba muy emocionada, además del orgullo que sentía al ver su obra maestra lucir tan esplendorosamente. No ganó el concurso, pero se sintió muy feliz por haber cumplido su sueño. Hicieron fotos que Pelusilla pensaba colgar en su saloncito.

Doña Gata Siamesa se enamoró de aquél vestido rojo y encargó uno para ella a la mofeta, que daba saltos de alegría.

Panda miró al cielo y dio las gracias a su cometa por cumplir el deseo… ¡Sabía que no le fallaría!

-Hoy ha sido el peor día de mi vida, y al mismo tiempo ha sido el mejor día de mi vida ¿a que suena raro? – preguntó Pelusilla a sus amigos.

-A mí me ha pasado exactamente igual que a ti – contestó Cuchufleta muy relajada.

-Es muy curioso ¿verdad? Un día puede empezar muy mal, pero si nos lo proponemos, podemos hacer que acabe bien- dijo Panda un poco tímido.

Esa noche se subieron todos a la colina de los deseos a dar las gracias por todo. Se encontraron con la coneja Amanda, que estaba allí tumbada.

-¿Qué haces aquí Amanda? – preguntó Panda

-Anoche pedí que la Gata Siamesa se retrasara, para que Pelusilla tuviera tiempo de recuperarse. Hoy he venido a dar las gracias.

Todos se agarraron de la mano tumbados boca arriba para agradecer a la naturaleza, y a las estrellas, todo lo bueno que les había pasado.

¡¡Y es que podemos hacer que las cosas cambien a mejor!! ¿A ti que te parece?

Naranja anaranjado….el cuento ha terminado ¿Os ha gustado?



*Cuchu*




domingo, 12 de septiembre de 2010

La Biblioteca Mágica


Se acabaron las vacaciones para Irene. A ella le gusta mucho su cole porque allí están sus amigos, y podrá verlos todos los días, y la Elvira, su señorita que la adoraba... ¡Era tan guapa!, ¡ tan buena!, ¡y tan cariñosa!

¡Cuánto los había echado de menos! Tenía muchas cosas que contar sobre el verano… tantas que seguro se le olvidaba algo.

Irene muy ilusionada preparó la cartera con su madre, y metió una tarjetita que hizo con mucho cariño para regalar a la señorita Elvira el primer día de cole. ¡Qué ganas tenía de darle un abrazo!

-¿Estás muy contenta de ver a tus amigos nuevamente? –preguntó mamá sonriendo..

-Siiii, y a la señorita Elvira... porque este año estará ella ¿no? –contesta Irene con entusiasmo.

-Claro cielo, este año tienes la misma señorita… - dijo mamá.

¡¡y por fin amaneció el primer día de cole!!

Irene se levantó con más ganas que nunca, estaba muy nerviosa. En su cabeza se agolpaban las preguntas ¿Será difícil este curso? ¿Seré capaz de aprenderlo todo? ¿Estarán todos mis amigos? ¿Se darán cuenta de mi precioso corte de pelo?

Cuando en la puerta del cole vio a todas las mamás y a sus amigos, los nervios fueron aún mayores… Le dio un beso precipitado a su madre y entró corriendo a la fila.
Todos se besaron y empiezaron a contarse las aventuras del verano…

-¡He montado en avión! Las casas eran cada vez más pequeñas, hasta que ya no se veían….Y las nubes ¡una cosa increíble! ¡Quiero ser piloto de aviones! –contaba atropelladamente Sergio.

-Yo monté en barco… paraba en todas las ciudades que están en la playa ¡había gente rarísima en algunos sitios! ¡Y comían aaaggggg cosas asquerosas! –contó Malena

Irene se sentía muy feliz de estar otra vez con su mejor amiga Erika, que le contó que había estado en Asturias disfrutando mucho. Irene le dijo que ella fue a la playa dos veces, también a la montaña un fin de semana y a no sé cuántos sitios más…
Los niños y niñas hablaban y hablaban sin parar, todos querían contar sus cosas.

-Vamos a la clase charlatanes- dijo la señorita.

Irene se quedó extrañada ¡Esa señorita no es Elvira!
Una vez en clase, la señorita se presentó.

-Hola, me llamo Marga, seré vuestra profesora este año.

-Pero ¿por qué no viene Elvira? Mi madre me ha dicho que este año nos toca con ella.- preguntó Irene bastante desilusionada…

Esta profesora no le agradaba nada, tenía cara de bruja fea y su voz no le parecía tan agradable como la de su seño.

-La señorita Elvira ha tenido que trasladarse de colegio por cosas personales, sé que os hubiera gustado seguir con ella; pero a veces las cosas no son como nos gustaría. Espero hacerme muy amiga vuestra y que me queráis tanto como a Elvira-. Explicó la nueva profesora.

Pasaron el día de clase contando cada uno sus experiencias y esta vez de uno en uno. Cuando acabó la clase, Irene salió del colegio un poco seria, no se imaginaba todo el curso con esa nueva profesora ¡qué desagradable!

Su madre la esperaba en la puerta impaciente por saber cómo habría sido el primer día de su niña. Irene la besó con una carita tristona.

-¿Se puede saber qué te pasa? No has soltado una sola palabra desde que has salido del colegio, con lo contenta que estabas, algo ha tenido que pasar- preguntó su madre intrigada.

-Ya no tengo a la señorita Elvira ¡Y no me gusta la nueva! Es fea y parece una bruja ¡No me gusta nada!- contestó la niña muy disgustada.

-No está nada bien decir eso, no la conoces ¿Cómo sabes que no te gusta? –le dijo su madre.

Al día siguiente Irene volvió al colegio con la esperanza de que Elvira hubiera vuelto. Cuando llegó a la fila, se topó con la realidad... Marga estaba allí otra vez, y por lo que hablaron en la fila, parecía que a sus compañeros tampoco les gustaba la nueva seño.


-Vaya, vaya… veo que no os gusto nada ¿puedo saber por qué? Ni siquiera sabéis como soy. Por vuestras caras adivino que os parezco seria, aburrida, fea, vieja y no sé cuántas cosas más… en pocas palabras ¡no os gusto nada!- dijo Marga a los niños divertida con la situación.

Todos se sintieron muy avergonzados con las palabras de la seño. Irene se puso colorada y fijó su mirada en el suelo.

-Hoy tenemos una excursión muy especial, levantaros de vuestros taburetes y poneros en fila agarrados de la mano- dijo la seño.

Sacó de su bolso un trozo de tela que clavó con chinchetas en la pared, era el dibujo de una puerta . Cogió la mano de Irene, que era la primera de la fila, abrió la puerta de la tela y la cruzaron.

¿Qué había pasado? Al otro lado de la puerta se encontraron en medio de una gran biblioteca, con pasillos interminables llenos de libros.

-Estáis en mi biblioteca mágica. Cada libro contiene un mundo de aventuras, que se hará realidad con sólo abrirlo- explicó Marga.

-¿En serio?- preguntó Sergio sin creer lo que estaba pasando.

Marga les acercó un libro que trataba sobre la matemáticas, lo abrió y todos los números salieron volando…

Irene miró a su alrededor  con la boca abierta por la sorpresa. Ahora se encontraban en un lugar lleno de cuadrados, circulos, triángulos, etc.  y los números estaban jugando con los signos de sumar, restar y multiplicar. Todo era bastante divertido y muy mágico

-Estáis en el mundo de las matemáticas, y aprenderéis muchas cosas jugando con los números, ¿os parece divertido?- explicó la señorita.

-Hola, soy el signo de multiplicar… multiplico, multiplico, multiplico…- dijo la X un poco alocada.

-Yo soy el 2, si la X se pone a mi lado, me multiplica y crezco…. crezco… crezco jajajaja- dijo dando volteretas.

Los niños de la clase estaban impresionados, nunca habían vivido la magia de verdad. Marga cerró el libro y todos los números y signos desaparecieron, volviéndose a encontrar en la biblioteca de nuevo.

¡Parecía increíble! Estaban en un mundo mágico y era de verdad.

Irene vio un libro de naturaleza… Lo abrió y salieron volando cientos de mariposas, mariquitas, una nube lloviendo, flores y mil cosas más.

-Hola soy un copo de nieve ¿Te gusta mi forma?, parezco una estrella. Ningún copo de nieve es igual a otro ¿lo sabias? Todos tenemos una forma distinta y única…
- contó el copo de nieve muy orgulloso de su forma.
- ¿Sabías que en el agua comienza la vida? Por eso soy tan importante en la tierra- dijo una gota de agua.

Sergio cerró el libro, tenía mucha curiosidad por abrir uno de cuentos… lo abrió y ¡cientos de personajes de cuento salieron fuera!

-Tu eres el lobo de los tres cerditos… ¿Cómo eres tan tonto de soplar en una casa de ladrillos? ¿Acaso no sabes que son muy resistentes?- dijo Sergio entusiasmado. Jamás en su vida se había divertido tanto.

-¡Yo no tengo la culpa! Solo hago lo que el escritor quiere que haga, o nadie te ha dicho que yo no escribí el cuento?? - contesta el lobo con mal genio.

Irene y Erika jugaron con Caperucita roja a “tú la llevas”, Malena y Elías se metieron en la casa de los tres osos con “ricitos de oro” y probaron la sopa y se tumbaron en las camas... al final los osos se enfadaron y tuvieron que marcharse de allí.

-Vamos chiquillos, cerrar el libro que tenemos que regresar a la clase- les dijo la seño.

Todos protestaron, querían seguir abriendo libros y descubrir mundos nuevos. Aquello era lo más genial que les había pasado nunca.

-Os prometo que todos los lunes visitaremos la biblioteca mágica, aprenderéis mucho aquí, y os divertiréis mucho-. Dijo Marga muy contenta con sus nuevos alumnos.

Volvieron a la clase y la señorita Marga quitó la tela con la puerta dibujada, la guardó en su bolso y les preguntó de nuevo.

-Bueno decidme ¿os parece que vais a querer aprender conmigo o no?

-Perdóname señorita Marga… ahora que te miro bien, eres guapa, además no importa ser joven o vieja ¡eres una súper señorita! ¡He sido una tonta!- dijo Irene arrepentida.
Todos los niños de la clase pidieron perdón a Marga por haber sido tan poco generosos con ella. Ahora estaban encantados de que fuera su profesora.
Irene volvió a su casa, contando a su madre por el camino, todas las aventuras vividas en el colegio.

-Jajaja qué imaginación tienes ¡una biblioteca mágica! Jajaja. Me alegro mucho que al fin te agrade tu nueva profesora- contestó mamá riendo. Sin creer que fuera cierto lo que Irene le contaba.

A ella no le importó demasiado si le creían o no… Pero cada lunes vivía una maravillosa aventura en la biblioteca mágica. ¡Qué suerte tener a Marga como señorita!
Irene aprendió que los cambios se deben aceptar sin miedo; porque pueden traer sorpresas muy agradables. Y su seño Marga en realidad no era fea, ni vieja ni desagradable... ¡era estupenda!
Y leer se convirtió en una diversión para ella.

Y naranja anaranjado…este cuento ha terminado ¿Os ha gustado?

*Cuchu*

sábado, 11 de septiembre de 2010

Aventuras en el Bosque / Una Cola de Lunares



Panda, señor Topo y Kimono estaban jugando a tirar piedras en el río, a ver quién llegaba más lejos, casi siempre ganaba Kimono, entre otras cosas, porque tiene los brazos más largos que sus amigos. El señor Topo no ve muy bien y eso le impide apuntar muy lejos, por eso no ha ganado ni una sola vez.

-Si tuviera unos lentes más potentes seguro que os ganaría de vez en cuando… ¡Estoy harto de ser un cegatón!- Topo parecía un poco enfadado al decir esto.

-¡Chan Tatachaaaaaaaan!

Todos volvieron la cabeza y se encontraron con la cola de Pelusi. La tenía toda llena de papelitos pegados en varios colores.

-Pelusi tu cola parece una piñata jajaja- rió Kimono bromeando.

-¡Eres un tonto! No está bien reírse de los demás, ¿es que no os gusta mi cola? ¡Eso es porque no estáis a la moda! Son lunares, en la ciudad se llevan mucho- concluyó muy orgullosa de su aspecto.

-No te enfades Pelusi, pero Kimono tiene razón, pareces una piñata. Además los papeles se te irán despegando de la cola- contestó Panda con cautela para no enfadar a la ardilla, ¡porque vaya genio se gastaba!

-Hoy he recibido una carta de mi prima, la que vive en la ciudad, y me ha dicho que está de moda entre las ardillas tener lunares en la cola. Viene esta semana a visitarme y quiero estar a la última para recibirla- explicó Pelusi haciéndose la interesante.

Panda, Kimono y señor Topo se miraron, por sus caras estaban pensando los tres ¡la que nos ha caído encima!!! ¡Con lo cabezota que es, seguro que les esperaban un montón de quebraderos de cabeza!

-Bueno ¿os gusta o no?- volvió a preguntar Pelusi.

-¡Claro que nos gusta! Contestaron los pobres, sin atreverse a llevarle la contraria. Cuando algo se le metía en la cabeza ¡no había manera de hacerle cambiar de idea!

-Tengo que enseñarle mi nueva imagen a Cuchufleta, ella entiende mucho de moda ¡seguro que le encanta!-

Y se fue por la Cuesta del Huerto dando saltitos y cantando.

-Uff ¡cualquiera le lleva la contraria! ¿Seguimos con nuestro juego?- preguntó señor Topo.

Cuchufleta no estaba en casa y Pelusi estaba deseando mirarse de nuevo en el espejo, de modo que volvió a su árbol para seguir admirando sus lunares…

-¡Noooooooo! ¡Ayyyyyyy! ¡Ayyyyyyy!- nadie es más escandaloso que Pelusi llorando, sus gritos se escuchaban en todos los rincones del bosque, incluso en el río.

Señor Topo se quedó parado escuchando y los demás le imitaron. Un quejido desconsolado llegó a sus oídos “ayyyyyyy” “ayyyyy”

-Parece que a Pelusilla le ocurre algo- observó señor Topo-será mejor que nos acerquemos a su casa- concluyó.

Pelusi estaba mirándose la cola en el espejo sin parar de llorar.

-Si sigues llorando así vas a inundar el bosque- bromeó Kimono

-Tengo un problema muy serio ¡he perdido los lunares!, ¿no lo ves? No es momento de bromear ¡ayyyyyy!- Pelusi lloraba desconsolada cada vez que se miraba al espejo.

-A mí no me parece nada grave no tener lunares en tu cola, siempre la has tenido así y no te parecía mal- trató de animarla Panda.

-Yo tengo una idea ¿qué te parece si te pintamos los lunares?- dijo señor Topo, que siempre buscaba solución a los problemas.

Todos coincidieron en que la idea era genial. Se pusieron manos a la obra sin desperdiciar ni un solo segundo.
Panda trajo unos pinceles que tenía guardados en su baúl de los tesoros. El señor Topo trajo tintes de colores que compró en la tienda de manualidades. Kimono que tiene un gran talento para la pintura, cogió todos los materiales y se encargó de pintar la cola de Pelusi. Tardó aproximadamente una hora en terminar su obra de arte.

-¡Listo Pelusi!, han quedado estupendos- dijo Kimono muy satisfecho con el resultado.

Cuando la ardilla se volvió a mirar en el espejo, se le iluminó la cara.

-Tengo una cola preciosa, ¡preciosa, preciosa!- dijo muy sonriente Pelusi.

Como agradecimiento preparó el mejor de los bizcochos y les invitó a merendar. Se sentaron todos alrededor de un mantelito que colocó en el suelo. ¡Qué bien preparaba Pelusi los bizcochos! Se relamieron hasta los dedos.

El señor Topo pensó que un bañito en el arroyo no les vendría nada mal.
Pelusi salió dando saltos hacia el río gritando:

-El primero en mojarse será campeón jajaja- se tiró al agua y empezó a salpicar a Panda y a Kimono…

-Acabas de declarar la guerra del agua- dijo Panda riendo y salpicando a todos.

-¡Todos contra la reina de las nueces! ¡A por ellaaaa!- gritó Kimono dispuesto a ganar la batalla acuática.

Pasaron el resto de la tarde jugando en el agua. Cuando sus estómagos empezaron a protestar volvieron a casa a cenar, fue entonces cuando señor Topo se dio cuenta que los lunares de Pelusi ¡no estaban! Panda se decidió a contárselo sabiendo el disgusto que iba a sentir su amiga.

-Oh noooo! Mis lunares han desaparecido, el agua los ha borrado, ¡ayyyy!, ¡ayyyy!- empezó a llorar de nuevo Pelusi.

-Tenemos que hacer algo- dijo señor Topo tapándose los oídos.

-Tal vez podríamos pegarle unos trozos de plastilina- agregó Panda

-¿Y con qué se los piensas pegar? La plasti pesa mucho, se le caerán de nuevo- comentó Kimono tratando de pensar en una nueva idea.

Estuvieron un buen rato pensando posibles soluciones, pero ya era demasiado tarde y el cansancio no les dejaba pensar con claridad. Kimono y Panda se marcharon prometiendo volver por la mañana. El señor Topo se quedó un rato más.

-Tengo una idea, mañana tendrás tus lunares ¡te lo prometo!- dijo Topo antes de irse a dormir.

Pelusi se acostó con la esperanza de que resolvieran su problema.
Por la mañana el señor Topo se acercó a ver a Pitusa, la más popular entre las mariquitas del bosque. Hablaron de lo que le pasaba a la ardilla.

-En el bosque hay muchas mariquitas, ¡se me ocurre una idea!- dijo Pitusa muy pensativa. -Creo que podemos ayudar a Pelusi- concluyó.

El señor Topo se presentó en casa de Pelusi acompañado por un gran número de mariquitas.

-Mira Pelusi, aquí están tus lunares, y estos no se borran con el agua- decía señor Topo muy contento con la nueva idea.

Las mariquitas se subieron a la cola de la ardilla, formando círculos a modo de lunares.

-¡Qué genialidad!- dijo Pelusi -.

“Mi prima se va a quedar de piedra cuando me vea” pensó la ardilla radiante con su nuevo aspecto.

-¡Estoy muy contenta!, gracias señor Topo- dijo Pelusi entre brincos y risas.

-Uf ¡`menos mal! Ahora podremos respirar tranquilos en el bosque jiji- dijo Panda cuando vio la nueva solución.

Al día siguiente llegó su prima. Panda, Topo, Kimono y Cuchufleta la acompañaron a la estación de autobuses. Las mariquitas que también iban con ellos, se colocaron en su cola como ensayaron el día anterior.

-Ahí llega-dijo Pelusi emocionada.

De pronto empezó a soplar un fuerte viento que arrastró a las mariquitas despegándolas de su cola. Su prima ya se dirigía en dirección a ella, suspiró desanimada, pero pensó que no debía estar alegre para recibir a su prima aunque no tuviera lunares en la cola.

-¡Pelusi! Que ganas tenía de verte- dijo Isa abrazándola.

Camino del bosque Pelusi no pudo resistirse a preguntar:

-¿Dónde llevas los lunares? En tu carta me dijiste que está de moda.

Isa sacó un lazo de su bolso y se lo ató en la cola.

-¿Te gusta?- preguntó a Pelusi

-¿Los lunares de los que me hablabas se llevan en un pañuelo?- preguntó Pelusi incrédula.

-¡Pues claro!, ¿dónde quieres que los lleve?, ¿pegados en la cola? Jaja- contestó Isa entre risas.

-¡Pegados en la cola!, ¡qué tontería!, ¿verdad chicos?, jajaja- dijo Pelusi mirando a sus amigos muy avergonzada, mientras intentaba disimular lo tonta que se sentía.

Una vez en casa de Pelusi, Isa sacó un gran lazo blanco, lleno de lunares rosas. Se lo regaló para su cola. Pelusi se lo puso, se miró en el espejo y empezó a reír al recordar los lunares pintados. Todos rieron con ella. ¡Qué tontos habían sido! Jajaja
Isa los miraba sin entender qué les hacía tanta gracia. Su prima le contó todo lo que hicieron sólo para impresionarla.

-¡Ja ja jaja!- reía sin parar Isa- jajajaja, ¡una cola de lunares!, jajaja

Pelusi lo pasó genial en compañía de su prima y se prometió a sí misma no volver a ser ¡tan presumida!

¿Crees que merece la pena pasarlo mal sólo para presumir? ¡A que no!

Y naranja anaranjado, este cuento ha terminado... ¿Os ha gustado?

*Cuchu*

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